El vidrio se ha convertido en una excelente solución para ganar privacidad o compartimentar espacios, sin renunciar a la diafanidad ni a la luz.
Gracias al vidrio se puede cerrar un espacio y a la vez mantenerlo visualmente abierto, conectado con otra estancia dejando pasar la luz. Es un material que permite conservar el dominio del conjunto y que fluya la luz entre ambientes.
Sólo hay que elegir el adecuado tipo de vidrio y decidir cómo y dónde emplearlo correctamente. El resultado que se obtiene es el disfrute de más amplitud en ciertas estancias de la casa, sin dejar que olores y ruidos circulen a sus anchas.
El planteamiento de la distribución de una vivienda, sea de nueva construcción o una reforma, se suele priorizar el maximizar la cantidad de luz natural y procurar que el espacio gane en amplitud. Incluso teniendo superficie suficiente, es recomendable no achicar o perder comunicación entre ambientes con demasiadas divisiones. Sin embargo, hay espacios que requieren de mayor privacidad. En el caso de cocinas y dormitorios se busca evitar que se cuelen ruidos u olores. En estos casos es conveniente pensar en puertas correderas con vidrio decorativo transparente o traslúcido, con los que se consigue ahorrar espacio, ganar luminosidad y privacidad.
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